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‹Sorrento› El general marino llega a los jardines del santuario, un lugar donde se le ha dicho se encuentra un caballero de la orden dorada, hace tiempo que lo había enfrentado pero la lucha le había parecido injusta, quizás esta ocasión podría conocer mejor el poder del caballero de Tauro. Caminó sereno mientras su capa se movía majestuosamente a su lado, no parecía haber ruido alguno en ese lugar pacífico casi celestial, se apresuró hasta llegar a lo que parecía el jadín principal, se quedó de pie esperando a quien sería su contrincante.
‹Aldebaran› El caballero dorado de Tauro, guardían de la segunda casa en el Santuario, paseaba por algunos de los jardines, los cuales parecían reflejar la majestuosidad del santuario, sin embargo, pudo notar que alguien estaba en uno de los jardines, su presencia se le hacía familiar. Se apresuró a llegar, cuando llegó se pudo dar cuenta de que era un general marino, que hacie tiempo había conocido, le miró seriamente y preguntó -¿que haces tú aquí?-
‹Sorrento› -He venido desde el santuario del mar, para enfrentarte de nuevo a ti Aldebarán, la ultima vez que nos encontramos me pareció que me habías dejado ganar, así que ahora vengo por la revancha, una justa y digna de un general como yo -le responde-
‹Aldebaran›-Admiro tu valor para llegar aquí tu solo general marino, crees que te dejé ganar la ultima vez?, creo que estas equivocado, pero tu reto me parece interesante así que en marcha, ten un duelo conmigo -sonrió al joven marino-
‹Sorrento› Espero que no te confies demasiado, recuerda el poder de mi música puede acabar con tus sentidos, en un momento.
‹Aldebaran› si tu música es tan poderosa como dices no entiendo como es que dices que te dejé ganar, pero midamos ahora mi fuerza contra tu dote musical, pero te pido no me subestimes.
‹Sorrento› El general marino se mostró serio, así que tomó su flauta, su mejor instrumento que era su mejor arma, le miró quieto - Comenzaremos con una pequeña demostación de mis notas prepárate caballero de Tauro!-
‹Aldebaran› Mirando el intento del general marino se muestra atento, para no caer ante sus notas, las cuales eran famosas por casi destruir los sentidos a quien escuchase la melodía de su flauta, cerró los ojos un momento y se cruzó de brazos.
‹Sorrento›El general marino comienza con su melodía, una suave sinfonía la cual parecía inofensiva, pero para los oidos que no apreciaban quizas sus tonos, podría ser peligrosa, se dejaba llevar por su sentimiento, entonando una melodía con gran intensidad, pero no puede evitar mirar como el caballero parece no caer aun ante el hechizo de su flauta -Acaso eres de piedra que no sientes mi melodía en tu sistema nervioso aun? -pregunta inquieto-
‹Aldebaran› Hay una razon por la cual cerré mis ojos, y me he cruzado de brazos-responde- como dices ya nos hemos visto antes, preo una técnica no puede ser utilizada dos veces en un caballero de oro, además me temo que no tengo un oido muy refinado, o quizás solo bloqueo mi mente al cerrar mis ojos y no pensar en tu melodía pero si en la de la naturaleza que rodea al santuario, el jardín es lo mejor para olvidame de tu técnica.
‹Sorrento›¡Es imposible! ningun ser humano podría resisitir como tu dices, que tiene este jardín, no hay canto de las aves para que pudieras evitar mi melodía! -se queda serio un momento-
‹Aldebaran› Eres noble de corazon sorrento, y tu melodía no puede reflejar mas que eso, quizas con otros enemigos tu odio sería letal con esos tonos, pero no, además este lugar como bien dices no hay ruido de pájaros pero si de tranquilidad, y es por eso que me mantengo bien, ahora es mi turno de atacarte! GRAN CUERNO!!! - grita el caballero dejando ver una gran cantidad de energia de su cosmo, un golpe en dirección al general marino.
‹Sorrento› Sus ojos pueden notar el gran ataque de Aldebarán -debo pensar rápido- el general sorrento rapidamente agitó su flauta para formar un gran escudo el cual lo protegería seguramente, quizás sufriría daño, pero no en su totalidad, puede sentir el golpe de Aldebarán, pero resiste con ayuda de su escudo, sus pies se mueven ligeramente, se aferra y no se deja caer, logrando mantenerse aun en la batalla.
‹Aldebaran› Buen trabajo general marino -responde con una risa-
‹Sorrento› Acaso te burlas de mi?
‹Aldebaran› De ninguna manera, pruebo tu resistencia que es diferente, y veo que si puedes esquivar uno de mis mejores golpes.
‹Sorrento›Tu no eres mi maestro para decirme eso!
‹Aldebaran› Pero tu ahora aprenderás que tu melodía no debería ser usada para atacar, lo siento mucho general marino, pero no sucederá lo de la ultima vez que me ganaste, quizás tenias una mision, por eso no te demostré mi verdadero poder, ahora es diferente.
‹Sorrento› Eres astuto, pero no lo suficiente, prepárate para mi mayor técnica!! -dice el general marino tomando de nuevo su flauta y esta vez olvidando el odio, logra hacer una melodía que pueda atacar al pacífico pero fuerte Aldebarán.
‹Aldebaran› El caballero logra percivir la melodía, logra descontrolarlo de momento, pero se mantiene sereno, se cruza de brazos nuevamente, se concentra para no dejarse caer -veo que has entendido lo que hace mas fuerte a una melodía antes que a la fuerza misma, pero no me voy a rendir general marino!!!- concentra su energía para crear una especie de campo de fuerza que le ayude, una técnica especial de Aldebarán que solo funciona una vez ante un adversario en duelo, al concentra su cosmo energía, esta toma la apariencia de un toro que se dirige en envestida, si logra golpear a su oponente, puede resultar herido, pues es lanzado con una gran intensidad.
‹Sorrento› Puede notar el contra ataque del caballero -No puede ser! - el general no estaba preparado para eso, intenta resistir de nuevo, pero el ataque del caballero Aldebarán es fuerte, no puede evitarlo, es golpeado por la técnica de Tauro, y así es derrotado, cae al suelo, estando apenas con algunos golpes, se logra levantar poco a poco, toma su flauta de nuevo y sonrie -Esa técnica es muy buena Aldebarán, gracias por haber aceptado el desafío ahora se que pudiste ganar en esa ocasión y sin embargo me dejaste aprender un poco más sobre mi mismo, y del valor de un caballero de tu orden- responde respetuoso.
‹Aldebaran› Fue una buena demostración Sorrento, puedes ser el mejor de los generales, tu técnica es buena, sigue así, y no fue nada, me agradó enfrentarte como es debido, sigue así y llegarás lejos Sorrento -le sonrie y le hace un gesto de aprobación.
‹Sorrento› El general marino sonrie agradecido, y se aleja de ahí para regresar al santuario marino y así sanar sus heridas, sin olvidar todo lo que ha aprendido de Aldebarán.
‹Aldebaran› Suerte general marino! -musita mientras regresa a la casa de Tauro satisfecho y orgulloso de que Sorrento haya aprendido alguna lección de su encuentro.
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